La urgente y necesaria transformación de la organización social del cuidado en Venezuela 

Herkis Duno

La organización social del cuidado (OSC) en Venezuela se encuentra centrada en la familia y al decir familia se traduce en mujeres, como agente proveedor de cuidado donde la mayor participación del Estado se encuentra renegada a la acción de cuidar que se ejerce desde el sistema educativo de carácter obligatorio. Razón por la cual, considerar y asumir el cuidado desde una vocación universal, dista mucho de la realidad actual de Venezuela; ya que este no es considerado como uno de los pilares del bienestar. La poca presencia del Estado en las responsabilidades de cuidado se hace de forma muy sectorizada, aislada totalmente de las políticas del Ministerio del Poder Popular para la mujer e igualdad de género; en Argentina por ejemplo el Ministerio de la Mujer tiene una dirección nacional del cuidado.

Por otro lado, es importante señalar que en Venezuela el Estado promueve una política de transferencia ya que en lugar de garantizar como principio el derecho al cuidado, transfiere a las familias algunos ingresos económicos. Por ejemplo, se puede señalar que en la actualidad mediante el sistema Patria se hacen asignaciones de bonos, en su mayoría a mujeres que tienen a su cargo personas con alguna discapacidad, denominado bono José Gregorio Hernández, por dicha plataforma también se asigna un bono del programa parto humanizado donde se benefician embarazadas y lactantes, igualmente se asigna un bono denominado hogares de la patria; no obstante, es una política poco efectiva porque contribuye a la feminización del trabajo de cuidado, pero además en el ámbito económico resulta insuficiente porque no es significativo ante la inflación que existe en el país, lo cual hace que la OSC existente en Venezuela sea una fuente de desigualdad, considerando que quien paga puede acudir al mercado pero quien no tiene como comprar cuidados en el mercado, lo resuelve desde lo personal, acudiendo a una red de parentesco conformada por familiares o a una red de proximidad, constituidas por amistades, vecinas, entre otras, donde siempre están las mujeres.

 Es importante destacar que dentro de las políticas públicas respecto al cuidado desde el ámbito educativo, en Venezuela se sigue el principio de elegibilidad, considerando que los niños y niñas a los dos años de edad pueden ser  inscritos en el sistema educativo, pero no asisten a la escuela, dado que el programa que se define  como no convencional, consiste en la visita a su casa de una maestra, una o máxima dos veces por semana durante 45 minutos, dicho programa le asigna igual la responsabilidad de cuidado totalmente a la familia.

La ausencia de políticas públicas que atiendan las necesidades de cuidado indistintamente de la condición económica es fundamental ya que ante un Estado que no garantiza el acceso al cuidado desde el principio de la universalidad, el principal proveedor es la familia y el mercado, lo cual crea una profunda desigualdad. En Venezuela los proveedores de cuidado privados mayormente atienden a la primera infancia y a personas adultas mayores, sin embargo, los costos son muy altos y son pagados por las familias en su totalidad, salvo algunas exenciones de empresas en su mayoría privadas que contribuyen con el pago de guardería. Las contribuciones tributarias del país en Venezuela no se destinan ni tienen como prioridad el fortalecimiento de políticas de cuidado.

Difícilmente se puede lograr bienestar sin universalidad del derecho a los cuidados y para ello es fundamental la existencia de una organización social del cuidado que interrelacione de forma armónica los cuatro entes proveedores del cuidado, como lo son: la familia, el Estado, la comunidad y el mercado, puesto que el hecho de asumir que el cuidado es tarea de todos y todas  permitirá la supervivencia.

En tal sentido, una de las mayores demandas es la transformación social del cuidado, la forma como este se concibe desde la luz de los patrones socioculturales y la división sexual del trabajo, ya que al no ser asumida de forma compartida, son las mujeres quienes tienen gran sobrecarga, más si se toma en consideración la proliferación de hogares encabezados por mujeres, que tienen responsabilidades de sostener el hogar económicamente y además proveer cuidado, dando pie a una crisis del cuidado al tener que combinar lo reproductivo con lo productivo.

Las demandas por una política de cuidado desfamiliarizada y desfiminizada se hace desde una visión de política de género, por lo que es  de gran importancia que el movimiento feminista Venezolano la siga promoviendo como una de las principales banderas de lucha,    con plena conciencia que para lograr  el  carácter de derecho universal del cuidado, esta demanda debe ser colectiva, asumida por toda la sociedad, con amplio sentido de pertenencia como se asume el derecho a la educación y el derecho a la salud.