Por: Rebeca Madriz Franco
Las brechas de desigualdad en la región de América Latina y el Caribe se reflejan también en la actual crisis climática, develando su matriz patriarcal, haciendo inminente la necesidad de reconocer los aportes que las mujeres, especialmente indígenas, afrodescendientes y rurales, generan para procurar una convivencia armónica con la naturaleza. En este sentido, es necesario tomar en cuenta que muchas políticas con repercusiones ambientales al no reconocer las especificidades de las poblaciones más vulnerables, pueden reproducir lógicas aparentemente “neutrales” que son fuente de incremento o de origen de nuevas desigualdades.
Sin duda, la COVID-19 aceleró las crisis estructurales derivadas de un modelo de desarrollo centrado en la explotación de las personas y la naturaleza. Esta crisis sanitaria incrementó las brechas preexistentes demostrando también que aún son insuficientes los esfuerzos para detener el deterioro ambiental y el cambio climático, mientras se siga poniendo la mirada en un modelo de consumo con una matriz energética insostenible, que no toma en cuenta la incidencia de factores sociales y humanos.
Un análisis feminista a esta realidad, permite evidenciar las dimensiones de la crisis climática que atraviesa la humanidad como resultado del modelo capitalista, colonial y patriarcal (Lugones, 2008), mostrando las relaciones entre explotación y violencia hacia las mujeres y explotación y violencia hacia la naturaleza. Para Shiva (1988) la relación entre las formas de explotación, opresión y violencia representan el punto de vinculación entre las mujeres y la naturaleza, confluyendo en su raíz patriarcal.
En este orden, cada vez cobran mayor relevancia los aportes que desde los enfoques territorial-rural, indígena-afrodescendiente y femenino-feminista pugnan por prácticas armónicas con la naturaleza. Así, el descomunal fracaso de la globalización (García Linera, 2020), obliga a repensar la necesidad de poner en el centro de las soluciones lo local-territorial-comunal como escenario de las posibilidades que deben pensarse para lograr una nueva normalidad capaz de superar el modelo devastador de la vida en el planeta.
Desde los feminismos latinoamericanos, especialmente indígenas y comunitarios, se han realizado aportes medulares sobre la relación cuerpo-territorio que plantea hacer comunidad, atravesado por un compromiso con la madre tierra, elementos indispensables a la hora de plantearse salidas a la crisis climática desde la realidad latinoamericana y caribeña.
Nuestro contexto nos desafía de forma particular, pues constituye también una oportunidad, por las potencialidades humanas y naturales de la región; según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2010), América Latina y el Caribe es una de las regiones con mayor riqueza de biodiversidad, mientras el Programa Ambiental de Naciones Unidas señala que la región posee cerca del 65% de las reservas de agua dulce.
Por otro lado, aunque se conoce que la región no es de las mayores responsables directas del cambio climático, sí posee particulares vulnerabilidades frente a sus efectos, destacando las desigualdades económicas y sociales como elementos que tienen un peso específico en el incremento de la discriminación hacia las mujeres y niñas.
En este sentido, urge plantear alternativas feministas que logren sistematizar las buenas prácticas que se producen en materia ambiental desde las mujeres de ALC para generar aportes situados que coadyuven a avanzar en acciones y políticas desde la realidad latinoamericana, que tomando en cuenta el “principio femenino” y sus particulares cosmovisiones, contribuyan a superar el “maldesarrollo”, y visibilicen el rol de las mujeres como agentes de cambio sobre la base de sus saberes y valores sobre la sostenibilidad de la vida (Shiva, 1991).
Por ello priorizar el protagonismo de las mujeres en las alternativas para el desarrollo sostenible y las soluciones basadas en la naturaleza resulta clave, tomando en cuenta los saberes femeninos de preservación, conocimiento y cuidado de la naturaleza, y su potencial emancipador en la causa humana de preservar la vida en el planeta.
Evaluar la relación entre crisis climática y feminismos, especialmente situados en el sur global, requiere tomar en cuenta las desigualdades, particularmente la feminización de la pobreza; la tradición de arraigo territorial de las mujeres latinoamericanas y su interacción con la naturaleza; el enfoque intercultural que tome en cuenta la cosmovisión y prácticas de las mujeres indígenas, afrodescendientes y rurales; y a partir de sus aportes, adoptar medidas urgentes para alcanzar mayores niveles de igualdad de género y garantizar una acción efectiva por el clima, que sea sostenible y contribuya a transformar las relaciones de explotación, desigualdad y violencia.
Esto sólo es posible si el papel protagónico de las mujeres adquiere una dimensión que permita garantizar su incidencia en las alternativas ambientales, impulsando su autonomía y capacidad de decisión, y garantizando acceso a recursos, tecnologías y oportunidades, dando un viraje en las prácticas que se consideran neutras a la mirada de género.
Ese rol de las mujeres como protectoras del ambiente es indispensable porque con ellas nuevas prácticas logran arraigarse en las comunidades como alternativas concretas para hacer sostenibles en el tiempo las experiencias ecológicas centradas en el cuidado de la vida, la mayoría de las cuales son prácticas feminizadas.
En este sentido, la participación y toma de decisiones de las mujeres, y muy particularmente de las mujeres indígenas, afrodescendientes y campesinas, en el desarrollo local y en soluciones basadas en la naturaleza es fundamental para garantizar la aplicación y reconocimiento de prácticas que contribuyan al buen vivir, que de acuerdo a la tradición nuestroamericana supone una armonía de las personas con la naturaleza, libres de prácticas de explotación.
Si bien son amplísimos los aspectos sobre los cuales actuar, es necesario hacer énfasis en tres esferas ambientales de especial interés para la región latinoamericana y caribeña, donde es impostergable tomar medidas y cuyos desafíos inmediatos pasan, entre otros aspectos por:
1) la preservación de la biodiversidad tomando en cuenta la riqueza de la región y el rol de las mujeres indígenas/afrodescendientes/rurales en su defensa, para lo cual es necesario avanzar en identificar desde el enfoque de género el acceso a los recursos ambientales, el uso que se hace de ellos, y materializar políticas públicas sensibles al género que prioricen su conservación;
2) la gestión del agua, tomando en cuenta que a pesar de encontrarse buena parte de las reservas de aguas dulces en nuestros territorios, la pobreza está feminizada y el acceso al agua representa un desafío en materia de derechos fundamentales que está atravesada por las brechas de género; dependiendo de ella la calidad de vida de miles de comunidades pobres en el continente, con intereses de privatización impulsadas por Gobiernos y Corporaciones en diversos países de la región, frente a lo cual es necesario garantizar el acceso universal a agua limpia; y finalmente,
3) la creación del Plan de Acción sobre Género y Cambio Climático en todos los países de la región, con la intención de que se sistematicen las principales acciones para la mitigación y especialmente la adaptación al cambio climático, desde un enfoque intersectorial y articulador para promover abordajes capaces de conocer y transformar la realidad social en todos los ámbitos de interés, desde agricultura hasta energías alternativas, tomando en cuenta los mandatos establecidos en el Plan de Acción de Género de Lima (2017), enmarcado en la Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas.
La tradición de lucha y resistencia de las mujeres en ALC toma cada vez más en cuenta la necesidad de protección de la naturaleza para lograr condiciones de vida dignas que materialicen las propuestas de buen vivir que tiene en el centro de sus planteamientos la sostenibilidad de la vida, dándole una dimensión particularmente importante al cuidado.
Para las latinoamericanas y caribeñas, es importante tener presente que:
“Frente a la globalización neoliberal, el ecofeminismo crítico reivindica ecojusticia y sororidad. Es necesario tener muy claro que si el feminismo quiere mantener su vocación internacionalista, deberá pensar también en términos ecologistas, ya que las mujeres pobres del llamado «Sur» son las primeras víctimas de la destrucción del medio natural llevada a cabo para producir objetos suntuarios que se venden en el Primer Mundo. El nivel de vida de los países ricos no es exportable a todo el planeta” (Puleo, 2015).
De tal manera, que las soluciones a la realidad de nuestra región no están fuera de nosotras y nosotros mismos, por lo que es necesario profundizar y visibilizar lo que hemos hecho las mujeres por la preservación de un ambiente sano; para poner estas contribuciones en el centro de las soluciones que nos permitan alcanzar un desarrollo alternativo, garantizando también los derechos de las generaciones futuras, como contribución a una justicia climática que desafíe los poderes hegemónicos desde nuestras propias condiciones, y contribuya a superar los sesgos y lógicas predominantes que atentan contra todas las formas de vida en el planeta.
RECOMENDACIONES:
Compartimos como una excelente herramienta para profundizar en las miradas de los feminismos latinoamericanos, la Cartilla:
MAPEANDO EL CUERPO-TERRITORIO: Guía metodológica para mujeres que defienden sus territorios
Igualmente como reflexiones indispensables compartimos los artículos:
REFERENCIAS:
García Linera, Álvaro (2020). Pánico global y horizonte aleatorio. Disponible en: http://www.mppre.gob.ve/opinion/panico-global-horizonte-aleatorio/
Lugones, María (2008). Colonialidad y Género, Tabula Rasa. Bogotá – Colombia, No.9: 73-101, julio-diciembre 2008. Disponible en: https://www.revistatabularasa.org/numero-9/05lugones.pdf
PNUD (2013). América Latina y el Caribe: “Una superpotencia de la biodiversidad”. Disponible en: https://www1.undp.org/content/undp/es/home/presscenter/pressreleases/2010/12/02/amrica-latina-y-el-caribe-superpotencias-de-biodiversidad.html
Puleo, Alicia H. (2015). ¿Qué es el ecofeminimo? Disponible en: https://www.iemed.org/wp-content/uploads/2021/05/%C2%BFQue%CC%81-es-el-ecofeminismo_-1.pdf
Shiva, Vandana (1988). Abrazar la vida. Disponible en: https://observatorio.aguayvida.org.mx/media/vandana-shiva-abrazar-la-vida.-mujer-ecologia-y-supervivencia.pdf