Por: Maikely Ferrer Rojas
Automáticamente se menciona la palabra desaparición, tenemos la tendencia a pensar en el concepto de desapariciones forzadas por razones políticas. Sin embargo, en los últimos años hemos conocido de desapariciones de personas, especialmente de mujeres, niñas y niños fundamentalmente asociados a la delincuencia organizada.
Caracterizado como delito de lesa humanidad y una violación grave a los derechos humanos, las desapariciones han comenzado a reavivarse, ahora como un fenómeno asociado a otras formas de violencia sobre mujeres, niñas y niños especialmente, visibilizando que no solo las desapariciones ocurren por razones de índole político.
En la actualidad el desconocimiento del paradero de una persona por sus familiares puede abarcar desde situaciones de movilidad, secuestro, captación por redes delincuenciales, en fin, frente a este delito convergen dos derechos: el derecho de la libertad personal, y el derecho de las familias a conocer de su paradero.
A simple vista pareciera estar vinculado a formas de delinquir ajenas a las tradicionales formas de violencia y delitos que sobre las mujeres y las niñas se ejerce cotidianamente, pero en el contexto actual es mucho más común y frecuente recibir llamados de familiares, defensoras, militantes y activistas de derechos humanos de mujeres y niñas, notificando la desaparición de mujeres jóvenes y adolescentes. Al respecto, solamente en los meses de enero a marzo de 2021, se evidencian por diversas redes sociales, siendo la red social Facebook con mayor publicaciones de la búsqueda de mujeres jóvenes que salieron de sus rutinas para no ser encontradas por sus familiares en días, semanas e incluso meses, en el peor de los escenarios, se conoce de su paradero siendo víctimas de femicidio o sobrevivientes de violencia sexual.
Para ilustrar algunos de los casos de mujeres y adolescentes desaparecidas se mencionan:
Dos adolescentes de 13 y 15 años respectivamente, ambas residentes de la parroquia Sucre- Catia, quienes permanecieron desaparecidas desde el 6 de marzo de 2021 hasta el 12 de marzo de 2021. En este caso, el padre de una de las víctimas Jesús Eugenio Cabanela Vásquez (37 años), agresor de las adolescentes, cometía abuso sexual desde que la joven tenía 8 años de edad[1].
Tragedia de Turen- Portuguesa. Dos mujeres jóvenes, de 20 y 17 años de edad respectivamente, desaparecidas los días 21 y 22 de febrero de 2021, con evidencia de violencia sexual, ambas víctimas de violencia sexual y femicidio[2].
Livia Toro Rodríguez, residente de Ocumare del Tuy, mujer de 40 años, trabajadora de una entidad pública, se encuentra desaparecida desde el 22 de enero de 2021, a la fecha de redacción de este artículo, aún se desconoce su paradero.
Solamente se mencionan estos tres casos de connotación nacional, pero alrededor del mes de febrero y marzo del presente año, solamente en la ciudad de Caracas se han publicado en estados de whatsapp y Facebook aproximadamente entre 5 a 6 casos de desapariciones de mujeres y adolescentes, cifra que no parece alarmante a simple vista, porque no representa una pandemia, pero las desapariciones están terminando en un femicidio o violencia sexual, es imprescindible asumir posturas y elevar la voz para develar lo que encierran las desapariciones de mujeres y niñas, su finalidad y repercusiones para el entorno social.
Recordemos, nuestro contexto actual ha servido de base para la aparición o reaparición de situaciones que creíamos superadas o por lo menos controladas, algunos factores como el confinamiento por la Pandemia COVID-19, la afectación por la aplicación de medidas coercitivas unilaterales, la feminización de la pobreza, la sobrecarga de labores reproductivas y productivas sobre las jefas de hogar, y por qué no, la sobresaturación de las redes sociales, están incidiendo de forma exponencial en el recrudecimiento de las formas de violencia sobre el cuerpo de mujeres y niñas, entonces contar con espacios seguros para la preservación de la vida se convierte en un gran desafío.
Ahora nos enfrentamos a otro de lo más atroces delitos contra los derechos humanos de las mujeres y las niñas, las desapariciones, ahora como medios para cometer otros delitos sobre nuestros cuerpos y vidas, o como se dice en el derecho se configura como un Delito Medio (necesario para cometer otro). Este articulo pretende ser una provocación al abordaje de este fenómeno, que ocurre y seguirá ocurriendo si no ponemos de nuestra parte para acompañar a las familias y las sobrevivientes, pero sobre todo tomar acciones con enfoque de derechos humanos y feminista para la prevención, pues cada desaparición es una vida que se encuentra en riesgo.
[1] División de Investigaciones de Victimas Especiales CICPC.
[2] Fiscal General de la República Bolivariana de Venezuela. Ministerio Público