Educación popular y militancia feminista

Por Sandra Triana

Alrededor de la década de los 60 y 70 surge en América Latina, de la mano de Paulo Freire, una propuesta pedagógica  innovadora que está orientada hacia  la participación activa, construcción de conocimiento colectivo, el dialogo de saberes, centrada en las personas y sus procesos, el aprender haciendo, y basada en valores como la igualdad, respeto, solidaridad, cooperación.

Esta propuesta nace de la necesidad de transformar y cambiar a la sociedad, darle voz a los y las oprimidas, a todas esas personas que son víctimas del cruel y cruento sistema capitalista, que daña, destruye, manipula, engaña y roba tiempo de vida, tiempo que se traduce en dinero, plusvalía y ganancia, para unos pocos. A través de la alfabetización de los y las oprimidas se busca brindar las herramientas necesarias para que  las personas puedan problematizar, concienciar y generar un pensamiento crítico de la realidad que los rodea, pero que al mismo tiempo se conozcan a sí mismos y puedan, por medio del intercambio de experiencias y de la práctica-teoría-práctica, lograr diferentes niveles de conciencia de género, clase, etnia, para así visibilizar las múltiples opresiones que se viven a diario.

Existen espacios que comparten la Educación Popular y la militancia feminista, ambos buscan desmontar y evidenciar sistemas de opresión, tales como el  capitalismo, patriarcado, racismo, colonialismo, heteronormatividad e imperialismo; es importante señalar que todos los sistemas de opresión se juntan y articulan para sustentar las relaciones de poder existentes. Entonces, en la búsqueda de la liberación y la emancipación de la persona, una buena  vía  es la educación, una educación sustentada en la práctica-teoría-práctica que desmonte, transforme y construya una nueva sociedad, y que en el caso del feminismo sea una herramienta para la lucha. Otro aspecto interesante es el estudio del cuerpo como lugar donde se inscriben y perpetúan las opresiones y que sirven para conocer y reconocer en la otra persona las dominaciones e injusticias vividas, pero también funciona para visualizar la posibilidad de lucha y emancipación individual y colectiva. Ahora bien, la militancia Feminista se ha permeado de elementos concretos de la propuesta de Educación Popular para nutrir y avanzar en la lucha antipatriarcal, que durante el  siglo XX y siglo XXI ha demostrado ser uno de los movimientos más revolucionarios, rebeldes y osados en el mundo.

Se puede entonces llegar a la idea de una Educación Popular Feminista dirigida a desarrollar en las mujeres el deseo y el poder decidir sobre sus vidas, cuerpos, mentes y sentimientos y liberarse de todas las ataduras y cadenas que el sistema patriarcal impone para limitar la vida y volvernos sus esclavas. En esta propuesta se debe ir evidenciado la vivencia personal y colectiva de cada una, pues, necesitamos espacios de encuentro y aprendizaje que nos permita conocer y reconocer en la otra las opresiones, maltratos e injusticias vividas, ya que en lo cotidiano es donde nos reconocemos con más facilidad, donde podemos expresar nuestras experiencias y así convertir lo privado en colectivo, lo personal en algo político.

Otro elemento que debe atender la Educación Popular Feminista es visibilizar y desmontar las relaciones del poder patriarcal que se han naturalizado y se ven reflejadas en la sociedad actual. Asimismo, debe buscar romper y desafiar permanentemente el pensamiento dicotómico y binario que divide sexualmente la sociedad, el cual asigna  roles y estereotipos a las mujeres y hombres, pero en las cuales la mujer se ve subordinada a la figura masculina, esta división va desde lo productivo/reproductivo, publico/privado, fuerza/sentimientos, hombre/mujer.

Por último, se debe generar una reconstrucción, deconstrucción y valoración de las relaciones entre mujeres, desde valores como el amor, sororidad y respeto. Además de dar valor y reconocimiento a los saberes ancestrales heredados. Así como dar importancia al conocimiento que se genera a partir de las experiencias de nuestros cuerpos, sexualidades y sentimientos.

Freire en algún momento llegó a decir: “Escuela es sobre todo gente, gente que trabaja y que estudia, que se alegra, se conoce y se estima” desde una Educación Popular Feminista, nos atreveríamos a decir que es sobre todo: Mujeres, hermanas que se juntan, para reír, soñar, luchar, trabajar, estudiar, compartir y darnos cuenta que no estamos solas, que SÍ es posible acabar con el patriarcado,  sus opresiones  y sus ruines aliados.

¡Que viva la Educación Popular Feminista!